- Fibra digerible. Los microorganismos actúan sobre esta y forman un contenido rico en nutrientes (ácidos grasos, vitaminas y aminoácidos) que se elimina por el ano en forma de cecotrófos, que vuelven a ser ingeridos por los conejos sanos para aprovecharlos.
- Fibra no digerible. Esta participa en el mantenimiento de la motilidad gastrointestinal y la prevención de enteritis.
Así pues, cuando un conejo no recibe una dieta adecuada o por cualquier causa no quiere comer, se pueden desarrollar enfermedades importantes como la estasis gastrointestinal, la cual es potencialmente mortal para estos animales, y cuyos signos clínicos podrían pasar desapercibidos. Esto se debe a que los conejos en la naturaleza son presa de otros animales, y por tanto tienden a enmascarar los signos de dolor y enfermedad. En consecuencia, cuando el propietario identifica cambios súbitos en el apetito, comportamiento y/o deposiciones, es necesario que acuda con la mayor brevedad posible al veterinario para realizar una exploración completa del paciente y las pruebas diagnósticas y tratamientos que se consideren necesarios.
Algunas de las causas que motivarían a realizar una visita al veterinario en un máximo de 24 horas serían:
- Diarreas, puesto que se puede desarrollar rápidamente una deshidratación grave.
- Ausencia de defecación o heces de distintos tamaños.
- Dilatación abdominal, que suele ir acompañada de signos de dolor agudo como decaimiento, falta de apetito, falta de acicalamiento, chirriado de dientes, descanso del abdomen en el suelo.
- Parálisis aguda.
- Inclinación de la cabeza, que puede tener desde causas traumáticas hasta parasitarias.
- Dificultad respiratoria, que se puede observar como una respiración con la boca abierta.
- Golpe de calor.
- Dificultades en la micción normal o cambios del color de la orina.
- Cuadros nerviosos.